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A veces pienso...

Los Obispos y los burros (era los burros de los Obispos)

Es noticia estos días el documento que ha hecho público la Conferencia Episcopal Española. Los Obispos españoles, con el de Castellón a la cabeza, han manifestado a quien ha querido escucharlos que el motivo de la violencia doméstica no es otro que la revolución sexual que se vive en nuestro país, y que se inició en los años sesenta (sic).

Creo que en alguna ocasión he manifestado en este lugar lo evidente que resulta la divergencia de los caminos por los que discurren los católicos españoles de a pie y la Iglesia.

Con esta salida de pata de banco han venido a darme la razón a mí, y a muchos que piensan como yo.

Pretender que en el siglo veintiuno los hombres y mujeres no tengan derecho a expresar su propia sexualidad de manera libre y sin perjudicar a terceros, más que decimonónico es cavernícola.

Insistir en que los hombres y mujeres unidos por matrimonio no tienen derecho a rehacer su vida en una nueva relación, simplemente por que a veces lo que parecía amor no lo era, o porque este se ha agotado; si que es abonar la violencia doméstica.

De obispos sé muy poco, pero de violencia doméstica conozco un poquito. Y es precisamente el tipo de declaraciones de los prelados españoles el que da pábulo a sostener situaciones insostenibles que con frecuencia acaban con la vida de una mujer.

Las reacciones políticas no se han hecho esperar. Desde el tibio “respeto pero no comparto” del gobierno y su partido, hasta la oposición mas encontrada de la oposición.

Nada que no fuera de esperar.

Estoy cansado de tolerancia en este país. Muy cansado. No se puede ser tolerante con lo absurdo, con la ignorancia o el interés corporativo, barnizados de piedad cristiana.

Y lo de los obispos es absurdo, retrógrado, y demuestra una vez más la falta de conexión que existe desde la iglesia con la sociedad, su supuesto “rebaño” pero en su doble sentido: bíblico y como conjunto de animales sin voluntad propia.

Como cierre de su pastoral, con un desprecio absoluto por la Constitución y las garantías que esta otorga a los ciudadanos, me han llamado a mí, abogado, y a los jueces, a la objeción de conciencia en relación a las separaciones, divorcios y nulidades civiles.

El día que el Tribunal de la Rota deje de conceder nulidades eclesiásticas a poderosos con dinero, a artistas de variedades y otra fauna, dejaré yo de ejercer mi profesión en los conflictos civiles que surgen del matrimonio, eclesiástico o no.

Es posible, no obstante que antes los burros vuelen, aunque si lo hace, es posible que alguno lleve tonsura.

1 comentario

Danuto -

No sé que son más, si hijoputas o imbéciles. Nos decantaremos por lo segundo, por aquéllo de dar una oportunidad al hijo descarriado.