Un golpe de los que endurecen
Tras semanas de duro trabajo, pero sin nada interesante que llevar al teclado; todo basado en el periodo de IRPF en el que estamos inmersos y en victorias y derrotas judiciales que, tanto las unas como las otras, hay que olvidar rápidamente para sumergirse en los que tienes sobre la mesa en ese momento, hoy me ha ocurrido algo impactante y que me ha dejado mal cuerpo para todo el día.
Hace algunos días se me asignó por turno de oficio un asunto de familia, concretamente un divorcio. El solicitante esta en prisión. Además de eso, padece una minusvalía.
Sin interesarme el motivo de su privación de libertad, pues no me hace falta para mi trabajo, me entrevisté con él en prisión, recabando los datos que me eran necesarios para ponerme manos a la obra.
Entre esos datos, me comento que el único hijo del matrimonio había muerto en 1.997.
Hoy me llega la confirmación de que uno de los datos que me había dado no era del todo correcto. Hago indagaciones por otras vías y descubro aterrorizado que mi cliente esta en prisión por la muerte de ese único hijo, al que asesinó cuando tenía tres años de edad.
Llevo todo el día pensando en mi hija María, de tres años, y en la próxima visita a mi cliente, al que no podré volver a mirar a los ojos.
Hace algunos días se me asignó por turno de oficio un asunto de familia, concretamente un divorcio. El solicitante esta en prisión. Además de eso, padece una minusvalía.
Sin interesarme el motivo de su privación de libertad, pues no me hace falta para mi trabajo, me entrevisté con él en prisión, recabando los datos que me eran necesarios para ponerme manos a la obra.
Entre esos datos, me comento que el único hijo del matrimonio había muerto en 1.997.
Hoy me llega la confirmación de que uno de los datos que me había dado no era del todo correcto. Hago indagaciones por otras vías y descubro aterrorizado que mi cliente esta en prisión por la muerte de ese único hijo, al que asesinó cuando tenía tres años de edad.
Llevo todo el día pensando en mi hija María, de tres años, y en la próxima visita a mi cliente, al que no podré volver a mirar a los ojos.
2 comentarios
MARISMA -
Danuto -